jueves, 20 de septiembre de 2007

Los delfines del CICI


Siempre en mis pensamientos lúdicos húmedos, siento transportarme a la orilla del mar, buscando a mi nahual, al ser mas hermoso del planeta, al mágico delfín, pronto me convierto en el maravilloso mamífero acuático, mi mente y cuerpo, apoderados en esa sensacional transformación, vivo intensamente sus juegos, comprobando que los delfines son seres elegidos de los dioses, destacando notablemente los delfines, como los seductores románticos del Mar Azul, son verdaderos maestros del arte de la seducción.

Ahora me siento un ser iluminado, tuve el gran privilegio de bucear con los delfines, agradezco de corazón a la administración del CICI, a su gerente general Rubén Guinto, a Armando Pacheco, a los extraordinarios entrenadores de los delfines, todos ellos acapulqueños, con siete años de experiencia, diariamente conviviendo con estos inteligentes cetáceos, Emmanuel Guinto, Alejandro Orbe, Iván Polanco y a Oswaldo Olguín, me dieron la maravillosa oportunidad, de escribir un reportaje y filmar un video a los celestiales delfines.

Hace cincuenta millones de años, después de la extinción de los dinosaurios, habitaban cerca de la ribera de los ríos, unos animales muy parecidos a los perros, los cuales se fueron adentrando al agua, estos mamíferos terrestres, evolucionaron y se convirtieron en mamíferos acuáticos, los al paso del tiempo, estos animales de sangre caliente, se convirtieron en los amos del mar, su gran inteligencia conquistó la cima de los depredadores, su máxima expresión son los delfines.

Acompañado por la bella estudiante de Ecología Marina, una sirena morena Alejandra Millán y por el instructor de instructores de buceo, maestro Mario Treviño, un gran buzo, excelente fotógrafo submarino, nos equipamos y con pasos de gigante, penetramos al estanque donde estaban dos delfines machos, los dos con nombres mayas, uno Bayu, que significa “dios del cielo”, de tres metros de envergadura y trescientos kilos de peso, el otro delfín Yumka, que quiere decir “duende de la selva”, de tres metros de largo y doscientos kilos de peso.

Los dos formidables delfines, obedecían ciegamente a sus entrenadores, el talentoso entrenador Emmanuel Guinto, a mitad del estanque los detenía, sujetando su hocico al delfín nariz de botella, lo que nos daba oportunidad de acariciar su fuselaje, su piel es tan suave como la de un bebe, lisa como el látex, lo que denominamos una piel desnuda, vivíamos la fascinación de convivir con los delfines, se me aceleraba el corazón y me sentía un ser de luz brillante.

Su entrenador Emmanuel Guinto, se deslizaba al fondo del estanque, el delfín Bayu lo seguía perpendicularmente, recto como una regla y así lo sostenía por un buen tiempo, todo era un hechizo, al ver la espectacular actuación de los inteligentísimos delfines, después con el pulgar y el dedo índice cerrados tocaba su prominente hocico, abría los dedos a formar un ángulo de noventa grados, el sociable y noble delfín, separaba sus mandíbulas y nos mostraba sus hileras de dientes, son ochenta dientes en las especies de los delfines nariz de botella, su lengua blanca, estos ontodocentos trabajan varias suertes y todas las ejecutan magistralmente.

Los entrenadores Alejandro Orbe y Edgar Ivan Polanco, nos colocaron pegados a la pared de la piscina, los delfines avanzaban a velocidades de los cincuenta kilómetros por hora y a una orden daban descomunales saltos, a estos maravillosos delfines que parecen seres extraterrestres, como si hubiesen llegado de una lejana galaxia, de un planeta líquido, nos dejan gratamente sorprendidos, por los trabajos que realizan.

Los fantásticos mamíferos acuáticos, son animales muy sociables y tienen afinidades con los humanos, están provistos de un cerebro grande, se comunican de diferentes maneras, con sonidos y ultrasonidos, con señales corporales, los delfines machos, son persistentes en el romance, durante días rondan a la hembra, las acarician con las aletas, con el hocico, sueltan chasquidos, realizan piruetas, agradando a su hembra, logrando su objetivo al copular.

Los bebes delfines nacen diferente a los bebes humanos, ya que estos salen con la cabeza por delante, los delfines primero sacan su aleta caudal, inmediatamente la mamá delfín, auxilia con su cuerpo a levantar al bebe delfín para que respire, si por el momento sigue ligado con el cordón umbilical, las otras delfines hembras, llevan a la superficie al recién nacido bebé, siempre cooperando a la supervivencia del pequeño delfín, el cual es amamantado por la madre.

Cientos de historias verdaderas relatando las hazañas de los delfines, como la de salvar a los humanos náufragos, que comienzan a ahogarse, los delfines los sacan del agua, tal como auxilian a sus recién nacidos delfines, los llevan a las playas y les salvan la vida.

En la mitología del río Amazonas, que sus delfines color de rosa, por las noches se acercan a la orilla, se convierten en amantes mancebos y enamoran a las hermosas nativas, son unos romeos, los galanes de galanes.
Otros delfines que van arreando a los peces, los acercan a la playa, en donde los pescadores aprovechan y con las redes obtienen buena pesca, así de estrecha la relación de los delfines y los humanos.

Los delfines son enemigos naturales de los temibles tiburones, en sus encuentros la lucha es feroz, saliendo vencedores los delfines, quienes se agrupan y atacan con gran velocidad, topeteando con fuerza a los tiburones, les revientan las vísceras, forman un equipo invencible los valientes delfines.

Nos pasamos a la piscina grande, con dos delfines de Campeche, una hermosa hembra de nombre Mayte, de tres metros, once años y doscientos cincuenta kilos de peso y un macho de ocho años de nombre Mauricio, con doscientos kilos de peso y dos metros y medio de largo, fue inolvidable verlos en acción, realizaron giros vertiginosos de tornillo, pasearon a sus entrenadores, Emmanuel, Alejandro e Iván, se trepaban por sus lomos, sujetándose de su aleta pectoral, salían disparados como cohetes y verticalmente los alzaban mas de cinco metros, toda una fantasía, un espectáculo de primer nivel, el CICI ofrece emociones a granel.

Cada uno de los delfines tiene su personalidad bien definida, su temperamento, su carácter, la mayor parte de sus vidas se la pasan jugando, en sociedad con cientos de delfines, que en grandes manadas persiguen a sus depredados, con tácticas en sus efectivas cacerías, nos muestran su avanzada inteligencia.

Los delfines son animales muy veloces, auténticas maquinas de nadar, superiores a todos sus parientes de sangre caliente, los poderosos músculos con los que esta equipado su cuerpo hidrodinámico, coordinan perfectamente los movimientos de las aletas con los del tronco, su movimiento rítmico es casi proporcional al de su velocidad, sorprende con la analogía de la velocidad de un barco, la cual esta en función directa de las revoluciones por minuto de las hélices.

También a los espectaculares delfines, les gusta remontar las olas, como surfistas se entretienen corriéndolas

Hemos pasado momentos envueltos en la magia de los delfines, seguimos aprendiendo de estos mamíferos acuáticos, de sangre caliente, no son peces, los delfines son un regalo de Dios, doy las gracias a todo el personal del CICI, nutre el espíritu visitarlo, es un lugar de recreo, de esparcimiento, integradora de la familia, gracias a los valiosos entrenadores, nos han enseñado mucho, sobretodo el cariño y cuidado que le tienen a los delfines, bien por Emmanuel, Iván, Alejandro y Oswaldo.

Saludos al “valle de los dioses” San Jerónimo de Juárez, saludos a mi primo rey de la salsa, merengue, danzón y mambo, Celestino Soberanis, saludos a todo el personal del CICI.
La famosa Gaviota de la telenovela Destilando Amor, con todo y Rodrigo, se fueron a tomar un delicioso café, en Café Wadi, preparado por mi primo Said Gurayeb. ¡Gaaaaaaaaviooootaaa…..!

Recomiendo ampliamente a todos, vayan a visitar el parque CICI, seguramente se van a enamorar de los fabulosos delfines, estos curiosos, activos e inteligentes mamíferos acuáticos.