viernes, 19 de octubre de 2007

Inmersión en El Huarache


Por: Beto “Delfín” Fares

Bajo los rayos de un ardiente sol, navegando en el cayuco “La nieta del Titanic”, los buzos cien por ciento guerrerenses, nos dirigíamos a nuestra zona de inmersiones, a conquistar una nueva aventura submarina, en un intenso Mar Azul, llegamos al arrecife El Huarache, cerca de los acantilados del hotel Caleta.

Las corrientes frías se habían acercado a nuestra costa, provocando oleajes frenéticos, estallaban en el macizo rocoso, dejando estelas de blancas espumas, por la proa soltamos el ancla, arreglamos nuestros equipos de buceo y con pasos de gigante penetrábamos los misterios del fantasioso mundo líquido.

Descendí en posición de flor de loto, como un sacerdote budista, en plan de meditación, iniciando una pacífica terapia, entrando en comunión con los sorprendentes seres del mar, como un yoga del mar, mis pensamientos en el lecho marino se convertian en fervientes oraciones, recordando a nuestros hermanos acapulqueños que fallecieron aquel trágico nueve de octubre de 1997, a diez años del poderoso paso del huracán Paulina. Los fatales recuerdos invaden mi mente, revolucionando al cerebro, siento un nudo en la garganta, una lejana tristeza invade mi ser y las lágrimas brotan de mis ojos, es un dolor que me hace trizas el corazón.
Fue un nueve de octubre fatídico, el monstruoso huracán Paulina, sembraba de terror con su lluvia tempestuosa, ahogando las ilusiones de tantas familias que perecieron, un recuerdo de pesadilla, una lección de dolor amargo. Los acapulqueños vivimos en carne propia a la furia desatada de la naturaleza, toda esta tragedia se me presenta; es un recuerdo amargo, lacerante, que se pudo haber evitado. Lo sintetizamos así: a poca información, nula prevención y una total corrupción.

Ahora se expelen miles de burbujas plateadas, estoy viviendo al máximo la inmersión. Las rocas se engalanan de cientos de estrellas de mar; se ven maravillosas como si estuvieran bordando el manto sagrado. En el lecho marino cientos de mantarrayas, se mimetizan en la arena, destacan ocho gigantescas rayas pastinacas, de forma de un disco de tres metros de diámetro y una larga cola, dos de las rayas pastinacas, se levantan y alborotan la arena, revolotean a mi lado, su lomo negro es impresionante, cuando muestran su vientre blanco. Son como seres fantasmagóricos en rítmico movimientos, es una danza sensual, un baile de un preámbulo de apareamiento.

Seguimos aleteando a llegar a una gran grieta, una cicatriz en una roca, por donde se deslizaba una larguísima morena, de un color verde pajizo, de dos metros de largo, llevaba en su hocico de afilados colmillos a una langosta, con los pulpos son sus platillos favoritos. Había atrapado a su víctima fuera de su territorio, las morenas son depredadores muy astutos y se vuelven peligrosas a los buzos, si nos metemos en su territorio. Tienen una fuerte mordida, la cual se infecta rápidamente, ya que el hocico de la morena esta plagada de bacterias.

Nos encontramos con un fenómeno fascinante: cientos de mantas águilas moteadas, desfilaban ante nuestros azorados ojos. Su lomo de dos metros de diámetro está cubierto de motitas blancas y su hocico termina en un pico de águila y además cuentan con una alargada cola, una panorámica de un espectacular colorido, meneaban suavemente sus alas. A veces parecían suspenderse en el mar, como si fueran aves, una maravilla de maravillas de nuestro Mar Azul.

Seguimos descendiendo a llegar a una gran cueva, la que estaba ocupada en su totalidad por un gran tiburón. Nos mostraba su línea hidrodinámica, un fuselaje gris áspero, como si tocaras a una lija del cero, es una piel resistente, sus mandíbulas provistas de siete hileras de dientes aserrados, unos ojos fríos como trozos de hielo, el tiburón es el rey de los mares, está en la cúspide de los depredadores. El tiburón salió velozmente de la cueva, en pocos segundos se perdió de nuestras asustadas miradas, nosotros seguimos aleteando y esperando ya no regresara el gran dientón.

Sorprendente ver a unas grandes tortugas laúd, de más de un metro su caparazón, que al tocarlos sentía directamente las moléculas de Adán. Estos anfibios llevan más de trescientos millones en nuestro planeta, tenemos que protegerlos, las tortugas están en vías de extinción, no permitir que las maten, que se roben los huevos, que consuman su carne y huevos, es un ecocidio, vamos a luchar por la supervivencia de estos maravillosos quelonios, cuidando siempre a las tortugas.

En esta gran buceada, no podían faltar los seres mágicos del mar, estaban con nosotros un grupo de delfines, en su estado salvaje, libres como el viento, los tiernos delfines nos maravillaron con su ternura, pasaban a grandes velocidades muy cerca de los buzos, giraban, nos imitaban sacando burbujas, estos mamíferos acuáticos son muy sociables, el momento era conmovedor. Eran diez alegres delfines nariz de botella, que se habían separado de un nutrido grupo de doscientos delfines, estos diez delfines, se dejaban tocar, su piel es suavecita como nalga de princesa, mas tersa que la piel de un bebé, estaba en una delfinoterapia, toda la carga de tristeza que tenia desapareció. La presencia de mis animales favoritos los delfines, llenaron de júbilo a mi corazón, los buzos nos queríamos quedar con ellos, estaban muy juguetones, giraban, saltaban, soltaban alegres chasquidos, se dejaban acariciar, estábamos envueltos en un hechizo submarino, los delfines nos tenían hipnotizados, estábamos tocando al cielo.

Era extraordinario estar buceando con los magníficos delfines, sabemos que con la entrada de las aguas frías, es mas fácil encontrarnos con estos bellísimos mamíferos acuáticos, reza un refrán, que cuando se navega y se ven a los delfines, el viaje tendrá un buen fin, sortearan los peligros y llegaran sanos y salvos a puerto, los delfines tienen miles de historias, siempre ayudando a los humanos, los delfines son lo máximo. Terminamos nuestra sensacional inmersión en nuestro paraíso acapulqueño, demostrando que Acapulco si tiene lugares de buceo privilegiados, con mar de buena visibilidad y templada, que podemos fácilmente bucear desnudos.

Agradecer al exitoso notario de Zihuatanejo y gran amigo Bolívar Navarrete, me ha obsequiado un manjar de dioses, un suculento robalo en machaca, al cual le hicimos los honores, un platillo delicioso, muchas gracias Bolívar Navarrete.
Saludos a la capital de todas las galaxias y anexas, hermoso San Jerónimo de Juárez, saludos al excelente abogado lagarto de Petaquillas Juan Moreno, a mi primazo amo y señor de San Luis, kaiser de las pistas de baile, Celestino Soberanis es el rey del mambo y la salsa, saludos a todas las bellísimas de Sanborn’s, ojos brujos Sinaí, piernas de oro, primaza Lidia Radilla, a Normita, Maria, Judith, Yolanda, Elvis, Rosa, a todas.
Sienta la pasión desbordante, tome el mejor café del mundo, en Café Wadi, mi primo Said Gurayeb es un sheik.

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